lunes, 18 de enero de 2016

VENDER POTENCIA, NO MOTORES



El vicepresidente senior de la compañía alemana defiende que el «verdadero valor» del Internet de las Cosas es la transformación de los modelos de negocio tradicionales, como el de General Electric.
Anticipa una revolución en la sanidad


  • C.V.
  • Las Vegas (EEUU)

ACTUALIZADO 05/01/201617:38

No es nuevo eso de poner sensores en máquinas para obtener información del entorno físico. «Se lleva haciendo durante años», dice el vicepresidente senior y responsable de estrategia de producto y marketing de Software AG, Giles Nelson. Ahora «hay mucho hype». «A la gente le encantan las cosas nuevas», añade. Pero más allá de modas, donde el llamado Internet de las Cosas promete crear «valor real» es a la hora de «cambiar el modelo de negocio de las empresas tradicionales».

Las compañías digitales, como Netflix, ya han nacido adaptadas a un entorno online. Pero, ¿qué pasa con el resto? «Con Internet de las Cosas podemos obtener datos y utilizarlos para hacer las operaciones más eficientes», señala Nelson durante el Software AG Innovation World, celebrado en Las Vegas. «Pero lo realmente interesante es cómo usar esos datos para transformar el modelo de negocio». General Electric, por ejemplo, ¿vende motores de aviones? «No, vende potencia». «La aerolínea no está interesada en el motor, sino en la energía que puede obtener», explica. General Electric consigue satisfacer a los clientes sensorizando por completo los motores para que las líneas aéreas puedan ver en sus monitores «cómo funcionan en todo el mundo y empezar a hacer cosas como predecir el mantenimiento».

Por todo ello, Nelson defiende que el «verdadero valor» del Internet de las Cosas estará en la fabricación, la logística o el retail. «Imagina que entras a una tienda y recibes ofertas personalizadas como cuando accedes a su web», comenta. «Hay quien pueda decir que da miedo, pero lo mismo sucede online». Sin embargo, en el terreno físico, el real, todavía hay que asentar algunos aspectos, como la privacidad del consumidor. Nelson se muestra convencido de que serán las personas quienes «decidirán si confían en una marca y si le dan más información personal». «Pero antes, deben estar seguras de que estos datos serán tratados de forma apropiada», advierte.

La cuestión es «cuál es el valor de mis datos y cómo controlo su uso por terceros». Hay quien piensa que el blockchain, la tecnología detrás del Bitcoin, es la solución porque «permite un historial de transacciones irrompible». Esta cadena de bloques puede «ayudar a la monitorización del uso de los datos personales y que las personas mantengan el control de eso». «Aún no se sabe cómo tratar con ello», indica el vicepresidente senior de Software AG. «A la posición a la que se quiere llegar es que el usuario pueda elegir si quiere compartir sus datos, con quién y cuánta información quiere dar».

Además de la privacidad, el Internet de las Cosas aún tiene otros asuntos por resolver. «La energía sigue siendo un tema pendiente», destaca el vicepresidente senior de Software AG. «Lo que funciona en determinadas circunstancias, no funciona en otras». Nelson se refiere a la sensorización de objetos en zonas remotas, que obliga a utilizar baterías de mayor duración y redes válidas.

Pero el Internet de las Cosas, más allá de obtener los datos, se cuestiona qué hacer con ellos. «Necesitamos esa combinación de mirar al pasado, porque nos permite aprender de lo que ya ha ocurrido, mirar al presente e, incluso, predecir qué sucederá en el futuro», afirma. Esto ayudará a que una empresa repare una máquina antes de que se rompa o que pueda enviar una oferta personalizada. «Ahora, si compras algo online, durante las siguientes seis semanas recibes anuncios de ese mismo producto». «No sirve para nada porque ya lo has comprado», agrega.

Nelson indica que ya se está llegando al punto en que las máquinas puedan hablar entre sí sin intervención humana. Un ejemplo que tendrá un gran impacto social será el coche conectado. «Tendremos vehículos que hablarán con su entorno y recibirán información de éste», dice. Esto ya está sucediendo con los trenes de algunos aeropuertos, que está automatizados, pero «parece que dan menos miedo porque van sobre raíles. «Su impacto en las ciudades será fantástico». Y ya se están empezando a tomar decisiones que permitirán su verdadera implantación. «Volvo ha anunciado que asumirá toda la responsabilidad de cualquier accidente con sus coches autónomos, lo está haciendo muy fácil».



Otra de las grandes áreas donde el Internet de las Cosas tendrá un efecto brutal es la salud. «Ahora accedo a la sanidad de la misma forma que cuando era niño, 30 años atrás. No ha habido ningún cambio real», explica. «Es cierto que en los hospitales hay un equipamiento más sofisticado, pero no ha habido ninguna revolución en la manera en la que nos ocupamos de la atención sanitaria», añade. Otros sectores, como el retail, han sufrido una transformación «por completo» en los últimos 10 años. «Lo mismo va a suceder con la sanidad», pronostica. Los wearables desempeñarán un papel clave en este ámbito. Estos dispositivos, colocados en el cuerpo del paciente, pueden monitorizar sus constantes vitales y enviar esa información en tiempo real a los profesionales médicos. «Ya se está empezando a hacer, pero en el futuro se intensificará y se podrán compartir esos datos entre los profesionales».


Fuentes: http://www.elmundo.es/economia/2016/01/05/568bb727ca4741d07e8b45eb.html

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